jueves, 2 de junio de 2016

LA PRECARIEDAD DE LOS SALARIOS (I)

  El tema que quiero abordar en este post podría abarcar toda la problemática del mercado laboral: Bajos salarios, precariedad en horarios,temporalidad, baja formación, cotización intermitente y precaria, desempleo con coberturas cada vez menores.En definitiva, estamos hablando de trabajadores pobres, bien sea por sueldos precarios, jornadas y/o contratos reducidos, o una combinación de todas estas precariedades.

  A todo ello, habría que añadir la estructura del modelo productivo español, basado en actividades de temporada principalmente, donde el turismo y la hostelería forman el núcleo de dicho modelo, una vez que el sector de la construcción, ha pasado a una posición aletargada, de momento.

  Todo ello, ha dado lugar a una polarización del mercado laboral, en plena transformación o transición de la era tecnológica, la cuál añade más incertidumbre a un modelo ya de por sí precario y sin una misión concreta. Dicha polarización, está dando lugar a dos grupos bien diferenciados de trabajadores: Lo supertécnicos, que suelen ir por delante de los avances tecnológicos del momento y que son necesarios para culminar esta transición.
Si bien su estabilidad y bandas salariales son muy inferiores a trabajadores equivalentes de una generación anterior, compárese, por ejemplo, a un ingeniero/a industrial, informático/a ó de telecomunicaciones  nacido en la década de los cincuenta o sesenta del siglo pasado, con un joven de treinta años, hoy, con parecida cualificación. Pues bien, a pesar de tener unas retribuciones muy inferiores, sus perspectivas y su valor técnico e intelectual, son a priori, positivas, como mínimo para cubrir estas necesidades de tecnificación.
  Intentando haber sido optimista con este sector de profesionales, ya nos topamos como mínimo, con incertidumbre temporal y de proyectos o empresa y por supuesto con un tema que no es baladí, como es la retribución salarial.
Es sencillo encontrar en nuestro país, a jóvenes con este perfil técnico, trabajando en centros de alta tecnología por sueldos que escasamente superan los mil euros, a jornada completa.
    El otro gran grupo de dicha polarización, lo forman la enorme masa de trabajadores o desempleados, con escasa formación o no, pero que han caído en la dinámica del desempleo, del trabajo temporal, intermitente, precario e indignamente retribuído.

   Una vez dadas estas pequeñas pinceladas sobre el drama del mercado laboral español, me centraré en este post, únicamente sobre el asunto de la indigna y precaria retribución salarial. Y digo indigna, porque si no permite vivir con autonomía dignamente y requiere de apoyos externos, sobre todo familiares, para intentar iniciar proyectos mínimos vitales, no lo podemos calificar de otro modo.

Desgraciadamente, el sistema capitalista está estructurado de una forma, en la que los intereses de los principales agentes productivos que lo forman, empresarios y trabajadores, son antagónicos. Estoy hablando de dinero. El empresario tiene como objetivo maximizar beneficios, o en todo caso, ingresar más de lo que gasta. Su gasto o coste principal, suele ser las retribuciones salariales que entrega a sus empleados. Estos, por el contrario, buscarán cobrar lo máximo posible por hora trabajada. A mayor salario, tenemos a empleados contentos, pero supone mayor coste para el empresario y evidentemente, disminuye la ganancia.

  Dicho ésto, ¿cuál es el salario justo y digno que beneficia tanto a empleados como a empresarios?
   La teoría económica convencional o neoclásica, que es la que se ha impuesto tanto a nivel académico como socio-laboral, nos dice que el mercado de trabajo funciona exactamente igual que un mercado competitivo de bienes, donde por interacción entre la oferta y la demanda de trabajo, se llegará a un salario real de equilibrio, con el cuál todo el que quiera trabajar a ese salario, lo podrá hacer, y si hay desempleo, será en todo caso desempleo voluntario.
   Cualquier persona coherente que observe la realidad, podrá seguramente, quedarse perplejo, como poco, ante las anteriores líneas. Es decir, que podríamos interpretar, siendo un poco atrevidos,  que pujando a la baja en la retribución salarial, podríamos obtener fácilmente empleo.
   La ortodoxia nos dice, que a mayor demanda de empleo por parte del empresario, los salarios reales tendrán que ser más bajos, para poder maximizar los beneficios, y esto es así, porque actúa lo que se denomina "ley de los rendimientos decrecientes". Esto quiere decir, de forma muy simple, que si por ejemplo, un trabajador produce 10 unidades de producto, al contratar a un segundo, éste va a producir por ej, 8 unidades de producto, un tercero, 6 y así sucesivamente, hasta llegar por ej, al décimo que produce 1 unidad.
Como se puede comprobar, la producción va aumentando al contratar más trabajadores, pero cada vez lo hace de forma menor.
Pues bien, la ortodoxia añade, que se contratarán trabajadores hasta que la productividad marginal del último trabajador contratado iguale el salario real.
Para entenderlo fácilmente, esto quiere decir que si hay estipulado por ej, un salario real de 6 unidades de producto, se contratarán a 3 trabajadores, ya que el primero produce 10 y su productividad supera el salario real en 4 unidades. El segundo produce 8 unidades y supera en 2 unidades al salario real y por último, el tercer trabajador igualará su productividad marginal al salario real, igual a 6. Y no se contratará a nadie más. ¿Por qué? Porque el cuarto trabajador, por la lógica de los rendimientos decrecientes, tendría una productividad marginal de por ej, 4 unidades, inferior a 6 que es el salario real de referencia.
   Por lo tanto, ese punto será el óptimo para el empresario.La confluencia de dicho punto con la oferta de trabajo de los trabajadores, dará el punto de equilibrio entre salario real y producción.Cualquier salario más elevado, hará que la oferta y demanda de trabajo tienda al equilibrio donde no hay desempleo involuntario.El que no trabaja a ese salario es porque no lo desea.
    
    Pero, para que este equilibrio se de, la oferta de trabajo se tiene que comportar como una curva con pendiente positiva, para entendernos, igual que una curva de oferta agregada. ¿Pero esto es verosímil o es sospechoso igual que los rendimientos decrecientes?. 
  Veamos un razonamiento simple.La oferta de trabajo con pendiente positiva, nos indica que si sube el salario real, yo siempre voy a ofrecer más horas de trabajo,es decir, a mayor salario real mayor cantidad de trabajo ofrecido.
   En este punto, nos va a ser útil hacer una aclaración sobre el salario real.
El salario real es el salario nominal libre de los efectos de la inflación.Eso quiere decir que según la ortodoxia, un desempleado, siguiendo esta lógica, actuaría de esta forma: Se levantaría como cada mañana a buscar trabajo y por ejemplo, estaría dispuesto a ofrecer una jornada completa al día de 8 horas.Pero resulta que si viese que por ejemplo los precios de su tienda de comestibles han subido un 5%, rápidamente pensaría que el salario real que le ofrecen ha disminuido, ya que salario real es igual al nominal, partido por los precios.Por tanto, siguiendo la lógica neoclásica, cuando baja el salario real, él ofrece menos trabajo, lo que no deja de ser un auténtico absurdo.

   Y no existe una alternativa a estos falaces razonamientos de la ortodoxia neoclásica? Lo veremos en el siguiente post.

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