martes, 28 de junio de 2016

¿SON LAS CAPAS POPULARES DE DERECHAS?



Tras las elecciones del pasado domingo 26 de Junio, se ha colado en el pensamiento generalizado, cierta perplejidad por el holgado triunfo del partido popular, después del supuesto hartazgo que teóricamente generaba este partido corrupto y el gobierno de Rajoy en el poder.
Un partido que gana las elecciones con 52 escaños de ventaja sobre su más inmediato rival, el PSOE.
Haciendo un ligero análisis, podría pensarse que la gente con pocos recursos y los que en general lo pasan mal, han votado a este partido apuntalando a una masa acomodada de votantes fieles, ¿si no, cómo se explica este triunfo sin paliativos?
Se ha llegado a decir que la masa embrutecida, sin cultura y borreguil, ha votado a sus propios verdugos, sin encontrar ninguna explicación para semejante masoquismo.
No obstante, si analizamos las cifras reales de estas elecciones podemos llevarnos alguna que otra sorpresa.
Me limitaré a dar cifras sencillas pero significativas, y veremos que no es tan sencillo llegar a la conclusión de que "los pobres y marginados" han votado al PP. Seguramente, no podré demostrar lo contrario, pero será suficiente con dar argumentos de peso para que la primera afirmación no sea sostenible.
En estas elecciones, según el INE, había 36,5 millones de electores (españoles mayores de edad, tanto en España como en el extranjero). Esta cifra, en su conjunto, forma la totalidad de la sociedad española con derecho a voto.
¿Cuántos electores han votado al PP? Exactamente, 7.906.185 electores, nada más y nada menos que el 33,03% de los votantes.Es decir, uno de cada tres a votado al PP, cuando al más inmediato perseguidor, lo ha votado escasamente, uno de cada cinco.
Si no avanzamos y nos quedamos con estos datos, podríamos decir que sociológicamente, es una ventaja tan abismal, que el color azul podría ser la característica principal de la sociedad española. No nos quedaría más remedio que pensar que todos los estratos sociales son de algún modo simpatizantes con la ideología conservadora de derecha del PP.
Pero claro, electores son todos, los 36 millones y medio. ¿Cuánto suponen los votantes del PP respecto al total del electorado? El 21,65%.
Esta cifra es mucho más modesta que la anterior y podríamos decir , dicho de otro modo , que el 78,35% de los electores españoles (de la sociedad española), HA DECIDIDO no apoyar al Partido Popular.
Dado que dicho partido es el único que a nivel nacional representa a la derecha, podríamos decir que algo más de dos votantes de cada diez apoyan explícitamente esta opción.
¿No apoyarle significa no ser de derechas? Evidentemente no, pero mucho menos, sí.
Una vez tenemos este dato objetivo, del 21,65% de los electores que se decantan por el PP, ¿cuántos de ellos tienen bajos ingresos y/o lo pasan mal? Evidentemente, no lo podemos saber.¿Podríamos, siendo ecuánimes, decir que, por ejemplo, la mitad de ese porcentaje responde a ese perfil? Difícilmente. El perfil del votante del PP, en su amplia mayoría, responde a situación económica acomodada u holgada, más del 70% tiene ingresos fijos (metroscopia).
Resumiendo: Si sabemos con seguridad que más del 78% de la sociedad española no ha apoyado al PP y que dentro del 22% restante, una amplia mayoría no pertenece a las capas bajas y populares, ¿cómo podemos escuchar en los medios y en las redes sociales que los españoles, sobre todo, los que lo pasan mal, han querido más de lo mismo y han apoyado al Partido Popular?
Podemos decir, sin muchas posibilidades de errar, que una amplia mayoría, de esta minoría que supone el 22%, no le ha votado.

martes, 7 de junio de 2016

Confusión entre marxismo y socialdemocracia

  Este post, es una pequeña nota aclaratoria sobre la confusión, partidista o no, que ha provocado en los medios y en las redes sociales, una frase en la que se catalogaba a Marx y Engels como socialdemócratas, cuando estos medios entienden que eran marxistas o comunistas, pero nunca socialdemócratas. (Ver explicación extendida aquí.)
 La confusión, sin entrar en aspectos intencionados, puede provenir de la asociación que se suele hacer del término socialdemocracia como ideología de izquierda moderada, sin más matices, respecto a orígenes y evolución.

Veamos de forma resumida, que el asunto es un poco más complejo:
  La socialdemocracia se forjó en el último tercio del siglo XIX, a partir del movimiento obrero alemán, que tenía dos corrientes claramente diferenciables: Una de origen marxista y otra con origen en los ideales del liberalismo progresista que representaba Lassalle. A partir de ahí se fundó el partido obrero socialista de Alemania (1875) y cuatro años después el PSOE en España, el cuál como resulta obvio, tuvo un origen marxista.

 El período clásico de la socialdemocracia (1875-1914) convivió con la tensión ideológica Lassalle-Marx que se plasmó en la versión socialista-marxista, de carácter revolucionario y el revisionismo reformista, encabezado por Bernstein, que era marxista neokantiano.

   Entre estas posiciones, existía una posicición teórica intermedia representada por Kautsky, que aceptaba, simplificando mucho, una vía legal participativa y en algunos casos, la vía insurreccional.


  La primera guerra mundial y la revolución rusa (1917), agotan la interpretación clásica de la socialdemocracia, transformándose en dos corrientes perfectamente diferenciadas, cuando no opuestas: La interpretación marxista-leninista, representada por los comunistas, y la versión democrática de constitución del socialismo, representada por el socialismo democrático de la europa occidental.
   Confundir la amplitud del concepto con este último aspecto, no deja de ser poco riguroso.

  Parece que resulta de mucho interés, adjudicar a los integrantes socialdemócratas actuales, de vocación marxista, vinculaciones comunistas, en el sentido leninista, obviando posiciones socialdemócratas progresistas y ecológicas que superen el agotado modelo de Europa Occidental.

sábado, 4 de junio de 2016

LA PRECARIEDAD DE LOS SALARIOS (y II)

   



   En el post anterior vimos cómo la teoría neoclásica intenta justificar a través de los rendimientos decrecientes, que la bajada de salarios reales es una  buena estrategia para aumentar la producción y el empleo. Este hecho, que se manifiesta absolutamente falso con la realidad, no dejaría de ser anecdótico si no tuviese más recorrido que el nivel académico o las tertulias en sus variadas manifestaciones, pero resulta que tiene incidencia en las políticas reales que aplican gobiernos y empresas, por lo que es necesario que sepamos que influye,o más bien perjudica, directamente a las personas.
   El ejemplo de lo comentado, lo tenemos estos días con las declaraciones del gobernador del banco de España, el sr. Linde, dónde manifestó que dada la situación actual de la economía, se necesitaría abaratar el despido de los empleados fijos y volver a "flexibilizar" los sueldos, es decir bajarlos.

   ¿De todas las herramientas, variables y políticas que se pueden utilizar, por qué se llega a la conclusión que la economía "se salva" reduciendo salarios?
¿Por qué no actuar sobre otros perceptores de renta o aplicando otras medidas que no detraigan poder adquisitivo a la ciudadanía.?
   La economía, nunca se insistirá lo suficiente, es una ciencia social, y como tal es enormemente imperfecta. Depende de voluntades y actuaciones humanas y sociales y por tanto, los problemas sociales se resuelven con política.Efectivamente, soluciones políticas que intenten ser equitativas y maximicen en la medida de lo posible, el bienestar social.

   Dicho esto, voy a proponer una alternativa a la propuesta neoclásica de bajar salarios para crear empleo.¿Cuál podría ser? Pues justamente, subiendo salarios.Nada nuevo propongo, pero dada la preeminencia y fortaleza de la teoría neoclásica, se hace necesario hablar sobre ello.

   Volviendo al mercado de trabajo, supongamos ahora que los salarios están más o menos dados para cada sector y categorías profesionales, teniendo en cuenta la aceptación del SMI y cualquier otra legislación al respecto.
Como se puede apreciar, me estoy intentando ceñir a lo que sucede en la realidad del mundo laboral.Supondremos también que cuando un empresario tiene 10 candidatos para un puesto, no se va a producir una subasta y le va a dar el puesto a quien esté dispuesto a cobrar menos.Así no funcionan las cosas.El salario estará más o menos estipulado y aceptado por los candidatos y se escogerá al candidato que se crea que aporte más valor a la empresa.

   Pues bien, con estas premisas, nada nos impide que la oferta de trabajo sea ahora una línea horizontal, en lugar de ascendente.Es decir, para un salario real dado, haber múltiples niveles de empleo ofrecido. ¿Qué nivel de empleo escoger? Exactamente el que estipulen las empresas, que no dependerá del salario real dado, y esto es muy importante, sino del volumen de pedidos que hagan los clientes, o dicho de otra forma, del número de empleados que permitan satisfacer el nivel de facturación dado.
Por tanto,la demanda de empleo al no depender del salario real, será una recta vertical que cruzará la recta horizontal de la demanda, en el punto en que se satisfagan los pedidos de los clientes. 

   Y si tenemos en cuenta todo lo anteriormente expuesto, ¿cómo se podría aumentar el empleo sin reducir el salario real?
Pues exactamente, desplazando la demanda de trabajo a la derecha.
Alguien dirá: Muy bien y como desplazamos la demanda de trabajo a la derecha? Pues aumentando la facturación y la cartera de pedidos de la empresa, a través del mecanismo más potente para conseguirlo: Aumentando el consumo (C). El empleo por tanto dependerá de la demanda.

  Os aseguro que tiene mucha lógica que si suben los salarios, aumentará el consumo y con ello, la producción y el empleo.

   ¿Por qué va a tener el sr. Linde razón? Nada justifica que así sea, además de proponer una medida antisocial que deprimiría más el consumo y los precios.

   La ampliación de estas ideas, requerirán un post diferente en el que tengamos en cuenta otra variables distintas al mercado de trabajo, como los precios, el tipo de interés, la cantidad de dinero y las políticas fiscal y monetaria, bajo perspectivas no ortodoxas.

  


jueves, 2 de junio de 2016

LA PRECARIEDAD DE LOS SALARIOS (I)

  El tema que quiero abordar en este post podría abarcar toda la problemática del mercado laboral: Bajos salarios, precariedad en horarios,temporalidad, baja formación, cotización intermitente y precaria, desempleo con coberturas cada vez menores.En definitiva, estamos hablando de trabajadores pobres, bien sea por sueldos precarios, jornadas y/o contratos reducidos, o una combinación de todas estas precariedades.

  A todo ello, habría que añadir la estructura del modelo productivo español, basado en actividades de temporada principalmente, donde el turismo y la hostelería forman el núcleo de dicho modelo, una vez que el sector de la construcción, ha pasado a una posición aletargada, de momento.

  Todo ello, ha dado lugar a una polarización del mercado laboral, en plena transformación o transición de la era tecnológica, la cuál añade más incertidumbre a un modelo ya de por sí precario y sin una misión concreta. Dicha polarización, está dando lugar a dos grupos bien diferenciados de trabajadores: Lo supertécnicos, que suelen ir por delante de los avances tecnológicos del momento y que son necesarios para culminar esta transición.
Si bien su estabilidad y bandas salariales son muy inferiores a trabajadores equivalentes de una generación anterior, compárese, por ejemplo, a un ingeniero/a industrial, informático/a ó de telecomunicaciones  nacido en la década de los cincuenta o sesenta del siglo pasado, con un joven de treinta años, hoy, con parecida cualificación. Pues bien, a pesar de tener unas retribuciones muy inferiores, sus perspectivas y su valor técnico e intelectual, son a priori, positivas, como mínimo para cubrir estas necesidades de tecnificación.
  Intentando haber sido optimista con este sector de profesionales, ya nos topamos como mínimo, con incertidumbre temporal y de proyectos o empresa y por supuesto con un tema que no es baladí, como es la retribución salarial.
Es sencillo encontrar en nuestro país, a jóvenes con este perfil técnico, trabajando en centros de alta tecnología por sueldos que escasamente superan los mil euros, a jornada completa.
    El otro gran grupo de dicha polarización, lo forman la enorme masa de trabajadores o desempleados, con escasa formación o no, pero que han caído en la dinámica del desempleo, del trabajo temporal, intermitente, precario e indignamente retribuído.

   Una vez dadas estas pequeñas pinceladas sobre el drama del mercado laboral español, me centraré en este post, únicamente sobre el asunto de la indigna y precaria retribución salarial. Y digo indigna, porque si no permite vivir con autonomía dignamente y requiere de apoyos externos, sobre todo familiares, para intentar iniciar proyectos mínimos vitales, no lo podemos calificar de otro modo.

Desgraciadamente, el sistema capitalista está estructurado de una forma, en la que los intereses de los principales agentes productivos que lo forman, empresarios y trabajadores, son antagónicos. Estoy hablando de dinero. El empresario tiene como objetivo maximizar beneficios, o en todo caso, ingresar más de lo que gasta. Su gasto o coste principal, suele ser las retribuciones salariales que entrega a sus empleados. Estos, por el contrario, buscarán cobrar lo máximo posible por hora trabajada. A mayor salario, tenemos a empleados contentos, pero supone mayor coste para el empresario y evidentemente, disminuye la ganancia.

  Dicho ésto, ¿cuál es el salario justo y digno que beneficia tanto a empleados como a empresarios?
   La teoría económica convencional o neoclásica, que es la que se ha impuesto tanto a nivel académico como socio-laboral, nos dice que el mercado de trabajo funciona exactamente igual que un mercado competitivo de bienes, donde por interacción entre la oferta y la demanda de trabajo, se llegará a un salario real de equilibrio, con el cuál todo el que quiera trabajar a ese salario, lo podrá hacer, y si hay desempleo, será en todo caso desempleo voluntario.
   Cualquier persona coherente que observe la realidad, podrá seguramente, quedarse perplejo, como poco, ante las anteriores líneas. Es decir, que podríamos interpretar, siendo un poco atrevidos,  que pujando a la baja en la retribución salarial, podríamos obtener fácilmente empleo.
   La ortodoxia nos dice, que a mayor demanda de empleo por parte del empresario, los salarios reales tendrán que ser más bajos, para poder maximizar los beneficios, y esto es así, porque actúa lo que se denomina "ley de los rendimientos decrecientes". Esto quiere decir, de forma muy simple, que si por ejemplo, un trabajador produce 10 unidades de producto, al contratar a un segundo, éste va a producir por ej, 8 unidades de producto, un tercero, 6 y así sucesivamente, hasta llegar por ej, al décimo que produce 1 unidad.
Como se puede comprobar, la producción va aumentando al contratar más trabajadores, pero cada vez lo hace de forma menor.
Pues bien, la ortodoxia añade, que se contratarán trabajadores hasta que la productividad marginal del último trabajador contratado iguale el salario real.
Para entenderlo fácilmente, esto quiere decir que si hay estipulado por ej, un salario real de 6 unidades de producto, se contratarán a 3 trabajadores, ya que el primero produce 10 y su productividad supera el salario real en 4 unidades. El segundo produce 8 unidades y supera en 2 unidades al salario real y por último, el tercer trabajador igualará su productividad marginal al salario real, igual a 6. Y no se contratará a nadie más. ¿Por qué? Porque el cuarto trabajador, por la lógica de los rendimientos decrecientes, tendría una productividad marginal de por ej, 4 unidades, inferior a 6 que es el salario real de referencia.
   Por lo tanto, ese punto será el óptimo para el empresario.La confluencia de dicho punto con la oferta de trabajo de los trabajadores, dará el punto de equilibrio entre salario real y producción.Cualquier salario más elevado, hará que la oferta y demanda de trabajo tienda al equilibrio donde no hay desempleo involuntario.El que no trabaja a ese salario es porque no lo desea.
    
    Pero, para que este equilibrio se de, la oferta de trabajo se tiene que comportar como una curva con pendiente positiva, para entendernos, igual que una curva de oferta agregada. ¿Pero esto es verosímil o es sospechoso igual que los rendimientos decrecientes?. 
  Veamos un razonamiento simple.La oferta de trabajo con pendiente positiva, nos indica que si sube el salario real, yo siempre voy a ofrecer más horas de trabajo,es decir, a mayor salario real mayor cantidad de trabajo ofrecido.
   En este punto, nos va a ser útil hacer una aclaración sobre el salario real.
El salario real es el salario nominal libre de los efectos de la inflación.Eso quiere decir que según la ortodoxia, un desempleado, siguiendo esta lógica, actuaría de esta forma: Se levantaría como cada mañana a buscar trabajo y por ejemplo, estaría dispuesto a ofrecer una jornada completa al día de 8 horas.Pero resulta que si viese que por ejemplo los precios de su tienda de comestibles han subido un 5%, rápidamente pensaría que el salario real que le ofrecen ha disminuido, ya que salario real es igual al nominal, partido por los precios.Por tanto, siguiendo la lógica neoclásica, cuando baja el salario real, él ofrece menos trabajo, lo que no deja de ser un auténtico absurdo.

   Y no existe una alternativa a estos falaces razonamientos de la ortodoxia neoclásica? Lo veremos en el siguiente post.