viernes, 16 de diciembre de 2016

Ideas sueltas sobre presupuesto

Hay que decir a la gente de la calle que nuestra presión fiscal es muy baja respecto a todos los países europeos más desarrollados q España.
 Eso no significa q haya que subir impuestos a rentas medias y bajas, ya q éstas soportan un esfuerzo fiscal elevado.
 Hay que moderar esfuerzo fiscal de rentas medias bajas y subir presión fiscal en rentas medias altas y altas.
 La lucha contra el fraude y la elusión fiscal constituye un aspecto vital en el tema de ingresos tributarios.
 El techo de gasto,de esta forma, será muy superior, pudiendo incluso superar el % de presión fiscal mientras el PIB crezca.
 El techo de gasto lo marca el coste de las necesidades de bienestar dignas para las rentas  medias-bajas y bajas.
 Valórese cuanto supone un gasto social q blinde el estado de bienestar y actúese en consecuencia respecto al ingreso.
 El crecimiento del PIB español de este año sólo está sirviendo para maquillar algunas variables macroeconómicas.

lunes, 11 de julio de 2016

BREVE NOTA SOBRE EL DÉFICIT PÚBLICO (II)

En el post anterior vimos cómo los déficits públicos lejos de ser un problema, contribuyen a la generación de ahorro y consecuentemente son un elemento que ayuda para activar la generación de crecimiento y empleo.
Si observamos el gráfico anterior, vemos que nuestro país convive permanentemente con déficits públicos, independientemente de vivir un período de auge económico o de crisis. Desde la crisis de 2008, se nos asusta diciéndonos que es vital reducir el déficit para no acumular una deuda que sería "insostenible", es decir, según vimos en el post anterior, nos vienen a decir, que reduzcamos el ahorro, lo que nos lleva a menos inversión, más austeridad, menos crecimiento y menos empleo.
Pero, ¿es realmente tan grave la generación de déficits públicos?.
Veamos brevemente lo que ocurre cuando un Estado recauda menos de lo que gasta:
Una de las opciones  para cubrir el supuesto déficit, sería detraer a los contribuyentes nuevos impuestos por el importe equivalente al desfase. Esto, evidentemente supondría una reducción del poder adquisitivo de estos, con  la consiguiente reducción del ahorro, el consumo etc.
¿Podríamos cubrir el déficit, por el contrario, sin detraer ahorro de la economía, sino,incrementando la inversión y el ahorro? La respuesta es un rotundo sí, y si esto es así, no estaría justificada la obsesión de los gobiernos, tanto nacionales como comunitarios, por la generación de déficits que lejos de contraer la economía, ayudan a generar crecimiento y empleo.
Cuando el estado necesita dinero adicional para cubrir un déficit, se emite deuda pública que es comprada por los ahorradores.De esta forma, el estado consigue los fondos del sector privado y los inyecta en la economía real, a través de inversiones, sueldos etc, con lo que se genera nueva capacidad de consumo y de inversión.Por su parte, los ahorradores cambian dinero liquido por ahorro (los bonos que tienen en su poder) que será recuperado al vencimiento con los correspondientes intereses, incrementando también el poder adquisitivo.
Si la economía real se beneficia y los ahorradores también, ¿quién pierde?
Absolutamente nadie.El estado puede refinanciar la deuda permanentemente, porque "no muere", y satisfacer los vencimientos comprometidos.
¿Entonces una deuda en permanente ascenso no supone ningún peligro?
Evidentemente no es recomendable dar rienda suelta a un crecimiento descontrolado de la deuda y los déficits, ya que podría, por un lado, en un caso extremo,  generar tensiones inflacionistas en la economía, y por otro, dispararse el coste de los intereses de la deuda, pero mientras haya un crecimiento adecuado de la economía, no debería ser mayor problema el coste de la deuda.
Recapitulando, podemos decir, que la herramienta de refinanciación perpétua de la deuda, más un crecimiento sostenido de la economia que genere empleo, permite ir produciendo déficits que sigan engrasando dicho crecimiento.
Nota: Este mecanismo de generación de déficits, se ha explicado en un contexto europeo donde se supone que los estados no tienen automía monetaria.
En un contexto con autonomía monetaria, dichos problemas de déficits se vuelven insignificantes dada la facultad que tienen estos paises para crear el dinero equivalente al déficit.




domingo, 10 de julio de 2016

BREVE NOTA SOBRE EL DÉFICIT PÚBLICO (I)

                    


Existe una creencia generalizada de que la economía del Sector Público o de los estados en general, funcionan como una economía doméstica o como una empresa.Estas últimas funcionan a través de la máxima de que los ingresos no pueden superar a los gastos, porque en caso contrario, tendrían que endeudarse para cubrir el déficit generado y consecuentemente, la persistencia de esta situación generará a medio o largo plazo, la quiebra de la empresa o de la economía familiar.
Esta situación que tiene mucha lógica para el ámbito privado, resulta ser una falacia para el ámbito gubernamental.
Sobre este tema, creo que se ha escrito mucho, pero me gustaría aportar unas breves ideas para difundir el conocimiento de lo que considero un error, por muy intuitiva que parezca dicha falacia.
Para exponer estas ideas, me centraré en la figura del déficit público.
Como todos sabemos, en las normas de la UE, está entre otras, la consecución del equilibrio presupuestario, si bien se permite que los Estados miembros no superen el 3% del PIB de déficit.
Se nos cuenta que las finanzas de los estados deben de ser creíbles de tal forma que la persistencia de déficits elevados hace que dichos países tengan dificultades en financiarse porque se desconfía en que puedan devolver el dinero prestado, se les exigirá un mayor tipo de interés en la deuda que emitan y por tanto, la devolución de los intereses de dicha deuda será un lastre que se retroalimenta, haciendo la situación insostenible.Por tanto, nos dicen, una deuda pública elevada de forma persistente puede llevar a un estado a la quiebra.
Esta idea que parece muy intuitiva, veremos a lo largo del post, que no se sostiene. 
Partamos de la identidad macroeconómica básica: El producto interior bruto que un país genera a lo largo de un año, lo podemos descomponer en la suma del consumo privado más la inversión, el gasto público y las exportaciones netas.
Cuando aumenta cualquiera de estos componentes, aumenta el PIB.
Otra forma de aproximarnos al PIB, que nos va a ser útil, es considerar que está formado por el consumo, más el ahorro, más los impuestos.Es decir, la producción de un país, el PIB=Consumo+Ahorro+Tributos.
Si igualamos ambas expresiones del cálculo del PIB, llegaremos de forma sencilla a la siguiente expresión: 

Déficit Público+Inversión+Saldo exterior=Ahorro

Expresión que no tiene discusión alguna ya que se obtiene operando con dos igualdades.
El interés de dicha expresión, es que podemos ver de manera nítida la siguiente idea: Cuando aumenta el DÉFICIT PÚBLICO, si por ej, la inversión y el saldo exterior, se mantienen constantes, aumentará el AHORRO.
Nadie negará, que en principio no es nada malo que aumente el ahorro de una economía y en este caso, lo hemos conseguido con déficit público. 
¿Podemos decir consecuentemente, que una economía con mucho déficit público, ahorra mucho? No necesariamente.Si por ejemplo, hablamos de una economía como la española que tiene elevados déficits públicos, pero también,saldo exterior negativo,el balance final, será un ahorro pequeño.
Contrario es el caso de la economía alemana,que intenta obtener saldos presupuestarios equilibrados y sin embargo obtiene tasas de ahorro elevadas, proporcionadas principalmente por su superávit exterior.
Cuando se dice: tenemos que ahorrar más, lo podemos hacer invirtiendo más, exportando más, pero también y esto es lo que no resulta intuitivo, con mayor déficit público.
Nótese, que el ahorro, en sí, no es ningún objetivo de política económica.El ahorro, es consecuencia de que los componentes del PIB aumenten y por tanto, aumente la producción y el empleo, que sí son objetivos de política económica.





martes, 28 de junio de 2016

¿SON LAS CAPAS POPULARES DE DERECHAS?



Tras las elecciones del pasado domingo 26 de Junio, se ha colado en el pensamiento generalizado, cierta perplejidad por el holgado triunfo del partido popular, después del supuesto hartazgo que teóricamente generaba este partido corrupto y el gobierno de Rajoy en el poder.
Un partido que gana las elecciones con 52 escaños de ventaja sobre su más inmediato rival, el PSOE.
Haciendo un ligero análisis, podría pensarse que la gente con pocos recursos y los que en general lo pasan mal, han votado a este partido apuntalando a una masa acomodada de votantes fieles, ¿si no, cómo se explica este triunfo sin paliativos?
Se ha llegado a decir que la masa embrutecida, sin cultura y borreguil, ha votado a sus propios verdugos, sin encontrar ninguna explicación para semejante masoquismo.
No obstante, si analizamos las cifras reales de estas elecciones podemos llevarnos alguna que otra sorpresa.
Me limitaré a dar cifras sencillas pero significativas, y veremos que no es tan sencillo llegar a la conclusión de que "los pobres y marginados" han votado al PP. Seguramente, no podré demostrar lo contrario, pero será suficiente con dar argumentos de peso para que la primera afirmación no sea sostenible.
En estas elecciones, según el INE, había 36,5 millones de electores (españoles mayores de edad, tanto en España como en el extranjero). Esta cifra, en su conjunto, forma la totalidad de la sociedad española con derecho a voto.
¿Cuántos electores han votado al PP? Exactamente, 7.906.185 electores, nada más y nada menos que el 33,03% de los votantes.Es decir, uno de cada tres a votado al PP, cuando al más inmediato perseguidor, lo ha votado escasamente, uno de cada cinco.
Si no avanzamos y nos quedamos con estos datos, podríamos decir que sociológicamente, es una ventaja tan abismal, que el color azul podría ser la característica principal de la sociedad española. No nos quedaría más remedio que pensar que todos los estratos sociales son de algún modo simpatizantes con la ideología conservadora de derecha del PP.
Pero claro, electores son todos, los 36 millones y medio. ¿Cuánto suponen los votantes del PP respecto al total del electorado? El 21,65%.
Esta cifra es mucho más modesta que la anterior y podríamos decir , dicho de otro modo , que el 78,35% de los electores españoles (de la sociedad española), HA DECIDIDO no apoyar al Partido Popular.
Dado que dicho partido es el único que a nivel nacional representa a la derecha, podríamos decir que algo más de dos votantes de cada diez apoyan explícitamente esta opción.
¿No apoyarle significa no ser de derechas? Evidentemente no, pero mucho menos, sí.
Una vez tenemos este dato objetivo, del 21,65% de los electores que se decantan por el PP, ¿cuántos de ellos tienen bajos ingresos y/o lo pasan mal? Evidentemente, no lo podemos saber.¿Podríamos, siendo ecuánimes, decir que, por ejemplo, la mitad de ese porcentaje responde a ese perfil? Difícilmente. El perfil del votante del PP, en su amplia mayoría, responde a situación económica acomodada u holgada, más del 70% tiene ingresos fijos (metroscopia).
Resumiendo: Si sabemos con seguridad que más del 78% de la sociedad española no ha apoyado al PP y que dentro del 22% restante, una amplia mayoría no pertenece a las capas bajas y populares, ¿cómo podemos escuchar en los medios y en las redes sociales que los españoles, sobre todo, los que lo pasan mal, han querido más de lo mismo y han apoyado al Partido Popular?
Podemos decir, sin muchas posibilidades de errar, que una amplia mayoría, de esta minoría que supone el 22%, no le ha votado.

martes, 7 de junio de 2016

Confusión entre marxismo y socialdemocracia

  Este post, es una pequeña nota aclaratoria sobre la confusión, partidista o no, que ha provocado en los medios y en las redes sociales, una frase en la que se catalogaba a Marx y Engels como socialdemócratas, cuando estos medios entienden que eran marxistas o comunistas, pero nunca socialdemócratas. (Ver explicación extendida aquí.)
 La confusión, sin entrar en aspectos intencionados, puede provenir de la asociación que se suele hacer del término socialdemocracia como ideología de izquierda moderada, sin más matices, respecto a orígenes y evolución.

Veamos de forma resumida, que el asunto es un poco más complejo:
  La socialdemocracia se forjó en el último tercio del siglo XIX, a partir del movimiento obrero alemán, que tenía dos corrientes claramente diferenciables: Una de origen marxista y otra con origen en los ideales del liberalismo progresista que representaba Lassalle. A partir de ahí se fundó el partido obrero socialista de Alemania (1875) y cuatro años después el PSOE en España, el cuál como resulta obvio, tuvo un origen marxista.

 El período clásico de la socialdemocracia (1875-1914) convivió con la tensión ideológica Lassalle-Marx que se plasmó en la versión socialista-marxista, de carácter revolucionario y el revisionismo reformista, encabezado por Bernstein, que era marxista neokantiano.

   Entre estas posiciones, existía una posicición teórica intermedia representada por Kautsky, que aceptaba, simplificando mucho, una vía legal participativa y en algunos casos, la vía insurreccional.


  La primera guerra mundial y la revolución rusa (1917), agotan la interpretación clásica de la socialdemocracia, transformándose en dos corrientes perfectamente diferenciadas, cuando no opuestas: La interpretación marxista-leninista, representada por los comunistas, y la versión democrática de constitución del socialismo, representada por el socialismo democrático de la europa occidental.
   Confundir la amplitud del concepto con este último aspecto, no deja de ser poco riguroso.

  Parece que resulta de mucho interés, adjudicar a los integrantes socialdemócratas actuales, de vocación marxista, vinculaciones comunistas, en el sentido leninista, obviando posiciones socialdemócratas progresistas y ecológicas que superen el agotado modelo de Europa Occidental.

sábado, 4 de junio de 2016

LA PRECARIEDAD DE LOS SALARIOS (y II)

   



   En el post anterior vimos cómo la teoría neoclásica intenta justificar a través de los rendimientos decrecientes, que la bajada de salarios reales es una  buena estrategia para aumentar la producción y el empleo. Este hecho, que se manifiesta absolutamente falso con la realidad, no dejaría de ser anecdótico si no tuviese más recorrido que el nivel académico o las tertulias en sus variadas manifestaciones, pero resulta que tiene incidencia en las políticas reales que aplican gobiernos y empresas, por lo que es necesario que sepamos que influye,o más bien perjudica, directamente a las personas.
   El ejemplo de lo comentado, lo tenemos estos días con las declaraciones del gobernador del banco de España, el sr. Linde, dónde manifestó que dada la situación actual de la economía, se necesitaría abaratar el despido de los empleados fijos y volver a "flexibilizar" los sueldos, es decir bajarlos.

   ¿De todas las herramientas, variables y políticas que se pueden utilizar, por qué se llega a la conclusión que la economía "se salva" reduciendo salarios?
¿Por qué no actuar sobre otros perceptores de renta o aplicando otras medidas que no detraigan poder adquisitivo a la ciudadanía.?
   La economía, nunca se insistirá lo suficiente, es una ciencia social, y como tal es enormemente imperfecta. Depende de voluntades y actuaciones humanas y sociales y por tanto, los problemas sociales se resuelven con política.Efectivamente, soluciones políticas que intenten ser equitativas y maximicen en la medida de lo posible, el bienestar social.

   Dicho esto, voy a proponer una alternativa a la propuesta neoclásica de bajar salarios para crear empleo.¿Cuál podría ser? Pues justamente, subiendo salarios.Nada nuevo propongo, pero dada la preeminencia y fortaleza de la teoría neoclásica, se hace necesario hablar sobre ello.

   Volviendo al mercado de trabajo, supongamos ahora que los salarios están más o menos dados para cada sector y categorías profesionales, teniendo en cuenta la aceptación del SMI y cualquier otra legislación al respecto.
Como se puede apreciar, me estoy intentando ceñir a lo que sucede en la realidad del mundo laboral.Supondremos también que cuando un empresario tiene 10 candidatos para un puesto, no se va a producir una subasta y le va a dar el puesto a quien esté dispuesto a cobrar menos.Así no funcionan las cosas.El salario estará más o menos estipulado y aceptado por los candidatos y se escogerá al candidato que se crea que aporte más valor a la empresa.

   Pues bien, con estas premisas, nada nos impide que la oferta de trabajo sea ahora una línea horizontal, en lugar de ascendente.Es decir, para un salario real dado, haber múltiples niveles de empleo ofrecido. ¿Qué nivel de empleo escoger? Exactamente el que estipulen las empresas, que no dependerá del salario real dado, y esto es muy importante, sino del volumen de pedidos que hagan los clientes, o dicho de otra forma, del número de empleados que permitan satisfacer el nivel de facturación dado.
Por tanto,la demanda de empleo al no depender del salario real, será una recta vertical que cruzará la recta horizontal de la demanda, en el punto en que se satisfagan los pedidos de los clientes. 

   Y si tenemos en cuenta todo lo anteriormente expuesto, ¿cómo se podría aumentar el empleo sin reducir el salario real?
Pues exactamente, desplazando la demanda de trabajo a la derecha.
Alguien dirá: Muy bien y como desplazamos la demanda de trabajo a la derecha? Pues aumentando la facturación y la cartera de pedidos de la empresa, a través del mecanismo más potente para conseguirlo: Aumentando el consumo (C). El empleo por tanto dependerá de la demanda.

  Os aseguro que tiene mucha lógica que si suben los salarios, aumentará el consumo y con ello, la producción y el empleo.

   ¿Por qué va a tener el sr. Linde razón? Nada justifica que así sea, además de proponer una medida antisocial que deprimiría más el consumo y los precios.

   La ampliación de estas ideas, requerirán un post diferente en el que tengamos en cuenta otra variables distintas al mercado de trabajo, como los precios, el tipo de interés, la cantidad de dinero y las políticas fiscal y monetaria, bajo perspectivas no ortodoxas.

  


jueves, 2 de junio de 2016

LA PRECARIEDAD DE LOS SALARIOS (I)

  El tema que quiero abordar en este post podría abarcar toda la problemática del mercado laboral: Bajos salarios, precariedad en horarios,temporalidad, baja formación, cotización intermitente y precaria, desempleo con coberturas cada vez menores.En definitiva, estamos hablando de trabajadores pobres, bien sea por sueldos precarios, jornadas y/o contratos reducidos, o una combinación de todas estas precariedades.

  A todo ello, habría que añadir la estructura del modelo productivo español, basado en actividades de temporada principalmente, donde el turismo y la hostelería forman el núcleo de dicho modelo, una vez que el sector de la construcción, ha pasado a una posición aletargada, de momento.

  Todo ello, ha dado lugar a una polarización del mercado laboral, en plena transformación o transición de la era tecnológica, la cuál añade más incertidumbre a un modelo ya de por sí precario y sin una misión concreta. Dicha polarización, está dando lugar a dos grupos bien diferenciados de trabajadores: Lo supertécnicos, que suelen ir por delante de los avances tecnológicos del momento y que son necesarios para culminar esta transición.
Si bien su estabilidad y bandas salariales son muy inferiores a trabajadores equivalentes de una generación anterior, compárese, por ejemplo, a un ingeniero/a industrial, informático/a ó de telecomunicaciones  nacido en la década de los cincuenta o sesenta del siglo pasado, con un joven de treinta años, hoy, con parecida cualificación. Pues bien, a pesar de tener unas retribuciones muy inferiores, sus perspectivas y su valor técnico e intelectual, son a priori, positivas, como mínimo para cubrir estas necesidades de tecnificación.
  Intentando haber sido optimista con este sector de profesionales, ya nos topamos como mínimo, con incertidumbre temporal y de proyectos o empresa y por supuesto con un tema que no es baladí, como es la retribución salarial.
Es sencillo encontrar en nuestro país, a jóvenes con este perfil técnico, trabajando en centros de alta tecnología por sueldos que escasamente superan los mil euros, a jornada completa.
    El otro gran grupo de dicha polarización, lo forman la enorme masa de trabajadores o desempleados, con escasa formación o no, pero que han caído en la dinámica del desempleo, del trabajo temporal, intermitente, precario e indignamente retribuído.

   Una vez dadas estas pequeñas pinceladas sobre el drama del mercado laboral español, me centraré en este post, únicamente sobre el asunto de la indigna y precaria retribución salarial. Y digo indigna, porque si no permite vivir con autonomía dignamente y requiere de apoyos externos, sobre todo familiares, para intentar iniciar proyectos mínimos vitales, no lo podemos calificar de otro modo.

Desgraciadamente, el sistema capitalista está estructurado de una forma, en la que los intereses de los principales agentes productivos que lo forman, empresarios y trabajadores, son antagónicos. Estoy hablando de dinero. El empresario tiene como objetivo maximizar beneficios, o en todo caso, ingresar más de lo que gasta. Su gasto o coste principal, suele ser las retribuciones salariales que entrega a sus empleados. Estos, por el contrario, buscarán cobrar lo máximo posible por hora trabajada. A mayor salario, tenemos a empleados contentos, pero supone mayor coste para el empresario y evidentemente, disminuye la ganancia.

  Dicho ésto, ¿cuál es el salario justo y digno que beneficia tanto a empleados como a empresarios?
   La teoría económica convencional o neoclásica, que es la que se ha impuesto tanto a nivel académico como socio-laboral, nos dice que el mercado de trabajo funciona exactamente igual que un mercado competitivo de bienes, donde por interacción entre la oferta y la demanda de trabajo, se llegará a un salario real de equilibrio, con el cuál todo el que quiera trabajar a ese salario, lo podrá hacer, y si hay desempleo, será en todo caso desempleo voluntario.
   Cualquier persona coherente que observe la realidad, podrá seguramente, quedarse perplejo, como poco, ante las anteriores líneas. Es decir, que podríamos interpretar, siendo un poco atrevidos,  que pujando a la baja en la retribución salarial, podríamos obtener fácilmente empleo.
   La ortodoxia nos dice, que a mayor demanda de empleo por parte del empresario, los salarios reales tendrán que ser más bajos, para poder maximizar los beneficios, y esto es así, porque actúa lo que se denomina "ley de los rendimientos decrecientes". Esto quiere decir, de forma muy simple, que si por ejemplo, un trabajador produce 10 unidades de producto, al contratar a un segundo, éste va a producir por ej, 8 unidades de producto, un tercero, 6 y así sucesivamente, hasta llegar por ej, al décimo que produce 1 unidad.
Como se puede comprobar, la producción va aumentando al contratar más trabajadores, pero cada vez lo hace de forma menor.
Pues bien, la ortodoxia añade, que se contratarán trabajadores hasta que la productividad marginal del último trabajador contratado iguale el salario real.
Para entenderlo fácilmente, esto quiere decir que si hay estipulado por ej, un salario real de 6 unidades de producto, se contratarán a 3 trabajadores, ya que el primero produce 10 y su productividad supera el salario real en 4 unidades. El segundo produce 8 unidades y supera en 2 unidades al salario real y por último, el tercer trabajador igualará su productividad marginal al salario real, igual a 6. Y no se contratará a nadie más. ¿Por qué? Porque el cuarto trabajador, por la lógica de los rendimientos decrecientes, tendría una productividad marginal de por ej, 4 unidades, inferior a 6 que es el salario real de referencia.
   Por lo tanto, ese punto será el óptimo para el empresario.La confluencia de dicho punto con la oferta de trabajo de los trabajadores, dará el punto de equilibrio entre salario real y producción.Cualquier salario más elevado, hará que la oferta y demanda de trabajo tienda al equilibrio donde no hay desempleo involuntario.El que no trabaja a ese salario es porque no lo desea.
    
    Pero, para que este equilibrio se de, la oferta de trabajo se tiene que comportar como una curva con pendiente positiva, para entendernos, igual que una curva de oferta agregada. ¿Pero esto es verosímil o es sospechoso igual que los rendimientos decrecientes?. 
  Veamos un razonamiento simple.La oferta de trabajo con pendiente positiva, nos indica que si sube el salario real, yo siempre voy a ofrecer más horas de trabajo,es decir, a mayor salario real mayor cantidad de trabajo ofrecido.
   En este punto, nos va a ser útil hacer una aclaración sobre el salario real.
El salario real es el salario nominal libre de los efectos de la inflación.Eso quiere decir que según la ortodoxia, un desempleado, siguiendo esta lógica, actuaría de esta forma: Se levantaría como cada mañana a buscar trabajo y por ejemplo, estaría dispuesto a ofrecer una jornada completa al día de 8 horas.Pero resulta que si viese que por ejemplo los precios de su tienda de comestibles han subido un 5%, rápidamente pensaría que el salario real que le ofrecen ha disminuido, ya que salario real es igual al nominal, partido por los precios.Por tanto, siguiendo la lógica neoclásica, cuando baja el salario real, él ofrece menos trabajo, lo que no deja de ser un auténtico absurdo.

   Y no existe una alternativa a estos falaces razonamientos de la ortodoxia neoclásica? Lo veremos en el siguiente post.

viernes, 13 de mayo de 2016

 EL NEOLIBERALISMO COMO TRIUNFADOR FRENTE A LA IZQUIERDA 

   
   Me remontaré brevemente al periodo de la Ilustración y las revoluciones del siglo XVIII, como el inicio de la consideración del ciudadano, como parte integrante de una sociedad, donde por primera vez se le reconocen derechos como persona y que son plasmados en los ideales de libertad, igualdad, solidaridad y justicia.

   Se trata de la revolución liberal, donde el ciudadano empieza a librarse de la opresión de un poder real absolutista y casi divino, y de dos estamentos en connivencia con la realeza, como era la alta nobleza y el clero.

   En un sentido más concreto el liberalismo es el conjunto de ideas que, tanto en materia política como económica, refleja los ideales de la burguesía del siglo XIX. El pueblo empieza a tener representación en los parlamentos y dado esto, podemos hablar de los inicios de la democracia.

   La revolución liberal, podemos decir que coincide cronológicamente con la revolución industrial, con lo que se confrontarán los fenómenos de la democracia con el capitalismo.
   Analizar las relaciones, nexos de unión y de discrepancia de ambos conceptos, conforman la emersión y desarrollo de las distintas concepciones políticas y económicas que se enfrentarán en los siglos xix y xx.

  Tengamos en cuenta lo siguiente: La revolución liberal fue capitaneada por un estamento que hoy en día se podría equiparar a una especie de clase media, formada por medianos propietarios, funcionarios, profesiones liberales, comerciantes acomodados, etc,

   Esta burguesía, veía como un imperativo, la necesidad de tener seguridad jurídica sobre su persona, negocios y propiedades. La riqueza y la propiedad se convierten en elementos básicos del liberalismo económico, los cuáles se convierten en el fundamento del capitalismo.
  
   Esta nueva clase social, tenía la convicción de que era necesario, vivir en sociedad entre ciudadanos libres e iguales, defiende la división de poderes, siguiendo a Montesquieu, y la necesidad de regirse mediante una constitución, propugna la libertad individual, la libertad de expresión (libertad de prensa y rechazo de la censura), la libertad religiosa, etc.

  La burguesía, de esta forma tenía que ejercer de contrapeso entre los estamentos tradicionalmente poderosos, y la masa popular e inculta, que formaba la plebe. Dicho equilibrio era complicado de mantener y daba lugar a tensiones que propiciaron la aparición de un liberalismo de carácter más moderado, por ej, ponían algunas limitaciones respecto al derecho de voto; era "más justo" que el voto estuviese en manos de los más cultivados y con ciertas propiedades, y de otro de carácter más progresista o democrático. Los demócratas luchan por abolir el sufragio censitario y establecer el sufragio universal, y critican al liberalismo moderado de predicar solamente la igualdad jurídica y olvidarse de los fuertes contrastes sociales entre ricos y pobres.

     Este hecho lo considero capital para la formación posterior de ideologías contrapuestas, a pesar de que el nexo común es el liberalismo.


   Ya en elsiglo XIX, y en sintonía con la revolución industrial, el fenómeo modernizador, tanto de la sociedad como de la economía fue imparable. Las oportunidades de negocio y  de comercio aumentaron de forma exponencial, que junto con los inventos y el auge de ciudades e industria, hizo que se necesitara invertir continuamente en capital y sobre todo en personas.

   A medida que la sociedad industrial avanzaba y se redefinían las relaciones laborales que comportaba la nueva industria, se produjo un distanciamiento entre la corriente liberal conservadora y la corriente liberal social o democrática.

   Siguiendo a Constant, podemos decir que la idea original de liberalismo, como doctrina unitaria en materia política, económica e intelectual, que se opone y lucha contra el absolutismo y el despotismo ilustrado, queda fragmentada definitivamente en el siglo XIX.

   Las causas de esta ruptura son múltiples y complejas, pero un elemento decisivo fue el enriquecimiento de numerosos pequeños burgueses, dado el auge comercial e industrial imperante, de forma que en muchas ocasiones, conseguían escalar en su estrato social. Igualmente, se asistía el fenómeno opuesto, donde se producía una involución a estratos inferiores. En este escenario, los intereses de ambas clases iban a ser distintos, cuando no contrapuestos.

   El surgimiento de las sociedades anónimas, las sociedades bancarias y los nuevos métodos de organización del trabajo, entre otros factores, propició que empezara a vislumbrarse un nuevo escenario social.

   A modo de síntesis, podemos decir, que los liberales que habían progresado socialmente, recomponen sus aspiraciones ideológicas, para hacerlas compatibles con sus nuevos intereses. El nexo de su ideología va a estar formado por la libertad individual, como principio moral inviolable, la defensa de la propiedad privada y la limitación al máximo de la interferencia del Estado en el libre intercambio de mercancías.

   La ideología neoliberal actual, va a ser heredera de esta ramificación conservadora del liberalismo.

   A su vez, la otra ramificación del liberalismo de carácter más progresista y democrática, se va a decantar por la defensa de un individualismo social , donde la libertad sigue siendo un elemento clave, pero donde también hay una sensibilidad hacia las enormes desigualdades e injusticias propiciadas por el capitalismo emergente y donde el Estado puede y debe ser un elemento esencial para amortiguar estas contingencias: Pobreza, analfabetismo, explotación en el nuevo contexto de relaciones laborales y , en general, enriquecimiento de una parte de la sociedad y empobrecimiento de la mayoría.

   La socialdemocracia sería la heredera de esta ramificación progresista del liberalismo.

   Como conclusión a esta parte, comentaré que el escenario descrito, no se corresponde con la visión del liberalismo que los neoliberales proclaman a los cuatro vientos, donde parecen apropiarse del término en su globalidad , sin reconocer el carácter limitado en cuanto a aspectos de igualdad, justicia y solidaridad que su visión tiene, al ser heredera de la rama conservadora de dicha ideología.

   Por otro lado, la socialdemocracia actual, parece tener complejos y prejuicios para reconocer que su inspiración proviene de la rama progresista del liberalismo.Dicha actitud se corresponde con el pensamiento de asociar, al liberalismo de forma global, con esa rama burguesa conservadora, cuyas características hemos conocido en las líneas anteriores.


   Una vez queda delimitada, en la segunda mitad del siglo XIX, las dos formas de liberalismo que se consolida, se observa un enfrentamiento dentro de éste, entre los moderados y los demócratas. La pequeña burguesía, demócrata, junto con los obreros, se mostrará beligerante con la alta burguesía doctrinaria, que detenta el poder político en algunos países, tras su triunfo en las revoluciones de primer tercio de siglo. Los demócratas lucharán activamente por abolir el sufragio censitario y establecer el sufragio universal, y critican al liberalismo moderado de predicar solamente la igualdad jurídica y olvidarse de los fuertes contrastes sociales entre ricos y pobres.

   Llegado a este punto, es necesario nombrar un elemento, que se convierte a su vez en determinante para acentuar las diferencias entre ambas corrientes ideológicas. Se trata del fenómeno del nacionalismo. A partir del último cuarto del siglo XIX el liberalismo y el nacionalismo se parapetan en el poder y se convierten en ideologías cada vez más conservadoras que van a impulsar la carrera imperialista; nuevas ideologías, de carácter obrero, el socialismo y el anarquismo, van a recoger el testigo de la defensa de las ideas de libertad e igualdad, haciéndose eco, así, de las aspiraciones de la cada vez más numerosa y concienciada clase trabajadora.

   A partir de este punto, es importante decir que el liberalismo, sin matices en exceso, quedará asociado a ese grupo ideológico conservador, nacionalista e incluso imperialista.

   La complejidad de la emersión de distintos grupos ideológicos obreristas, socialistas, anarquistas, etc, basados o no, en el espíritu marxista, hizo que el ideal "de izquierdas" pareciese tomar cuerpo propio. Ya no hacía falta recordar los orígenes liberales de todos estos grupos o partidos.

   Este cuerpo propio del ideal de izquierdas, quedó plasmado en el referente del mundo obrero, que fue la socialdemocracia, cuyo período clásico abarcó aproximadamente, desde 1875 hasta la primera guerra mundial.

   Como reflexión en este punto, decir que el izquierdismo, obrerismo o socialdemocracia en general, quedan desgajados del ideal liberal, resulta cuanto menos, una osadía, sin ningún fundamento histórico.

   Otro de los aspectos que conviene aclarar, es la asociación que se suele hacer del término  socialdemocracia como ideología de izquierda moderada, sin más matices, respecto a orígenes y evolución. 

   La socialdemocracia se forjó en el último tercio del siglo XIX, a partir del movimiento obrero alemán, que tenía dos corrientes claramente diferenciables: Una de origen marxista y otra con origen en los ideales del liberalismo progresista que representaba Lassalle. A partir de ahí se fundó el partido obrero socialista de Alemania (1875) y cuatro años después el PSOE en España, el cuál como resulta obvio, tuvo un origen marxista.

 El período clásico de la socialdemocracia (1875-1914) convivió con la tensión ideológica Lassalle-Marx que se plasmó en la versión socialista-marxista, de carácter revolucionario y el revisionismo reformista, encabezado por Bernstein, que era marxista neokantiano.

   Entre estas posiciones, existía una posicición teórica intermedia representada por Kautsky, que aceptaba, simplificando mucho, una vía legal participativa y en algunos casos, la vía insurreccional.

  La primera guerra mundial y la revolución rusa (1917), agotan la interpretación clásica de la socialdemocracia, transformándose en dos corrientes perfectamente diferenciadas, cuando no opuestas: La interpretación marxista-leninista, representada por los comunistas, y la versión democrática de constitución del socialismo, representada por el socialismo democrático de la europa occidental.

   Como reflexión final, comentaré que de lo expuesto se vislumbra una evolución del liberalismo progresista inicial, hacia posiciones con múltiples aristas, matices y pluralidades, lo cuál puede conllevar cierto "desgaste" ideológico, que lo convierte en un fenómeno tan plural como vulnerable. A su vez, el armazón ideológico del liberalismo conservador, no sólo se mantenía intacto, sino que evolucionaba reforzado, de la mano de sus representantes cada vez más poderosos e influyentes.

  En una última sección, se intentará desmenuzar la evolución de ambas corrientes, para poder justificar la razón de ser de la primacía del neoliberalismo  en detrimento de una izquierda y socialdemocracia que se ha quedado vacía e impotente.



   Según hemos visto en la sección anterior, a finales del XIX y principios de siglo XX, los bloques ideológicos principales, girarán en torno a dos grandes corrientes, la socialista (socialdemócrata) y la liberal. La extensión o limitación del sufragio, seguirán siendo elementos clave de la pugna entre las dos corrientes.
   Capitalismo y democracia van a ser términos que se van a volver incompatibles: Para los liberales en el sentido de, a más democracia, más igualitarismo y pérdida de poder e influencia de determinadas élites. Para los socialistas, más democracia para el tránsito a otra sociedad no capitalista.

   La primera guerra mundial, nos va a traer la aparición de dos enemigos del socialismo y el liberalismo, como van a ser el fascismo y el leninismo, dos nuevas ideologías totalitarias que se encargarán de combatir a ambas y de evitar un posible acuerdo basado en las instituciones democrático-representativas.

   En los años 30 del siglo XX aparecen ya conformadas todas las corrientes ideológicas, ya fuesen totalitarias o de signo liberal o socialdemócrata.

   El fin de la segunda guerra mundial, con el triunfo sobre los fascistas y los nazis, trajo un consenso inédito, en el mundo Occidental, entre socialdemócratas y liberales. Podemos decir que se trata del único período de la historia contemporánea (1945-1975) donde se produjo una confluencia de los ideales liberales que tenían en común socialdemócratas y liberales no doctrinarios.(Liberalismo de la guerra fría, en palabras de Judt),
   Ambas corrientes aceptaron una organización político-económica de carácter keynesiano con los siguientes rasgos básicos: Economía mixta de mercado (combinación de lo público y lo privado), la persecución de la plena ocupación, la redistribución hacia la igualdad de la riqueza, que era más importante que comenzar por generar riqueza y por último, los sindicatos eran la expresión de un saludable equilibrio social.

   Este liberalismo que tenía muy clara su oposición al marxismo-leninismo, opinaba que era falso que la intervención del Estado en la economía, condujera inexorablemente a la planificación total y ésta al Estado totalitario. 

   Como reflexión, se puede decir que estas características, aceptadas de buen grado por socialdemócratas y democratacristianos, son hoy, por influencia del neoliberalismo que nos invade, considerados casi un alegato comunista.

     Raymon Aron, liberal anticomunista vendría a decir lo siguiente: 

  «...Estado que puede y debe
garantizar a todos, por medio de leyes
sociales, un mínimo de recursos que
haga posible una vida decente, al nivel
que tolera la riqueza colectiva. El Estado
debería esforzarse por reducir los
beneficios sin justificación, aunque
fuese suprimiendo ciertas formas de
propiedad. Tiene derecho a percibir de
los privilegiados una contribución a
los gastos públicos que crezcan con el
nivel de las rentas. Puede y debe amortiguar
los fracasos o la debilitación relativa
de los grupos, los individuos o
las regiones desgraciadas en la carrera
del progreso»

   Estas palabras, hoy,  se podrían poner en boca de ciertos partidos llamados "populistas" o "los viejos comunistas".
   Lo que quisiera subrayar, es que en la época actual, se ha producido una derechización del discurso, capitaneado como no podría ser de otra forma, por quien lleva la batuta ideológica, es decir, el neoliberalismo.

  La aparición en 1944 de una obra importante, Camino de servidumbre, del filósofo Friedrich Hayek, supuso el testamento ideológico de los posteriores neoliberales que irumpieron a finales de los años 70 del siglo XX.
   Sus ideas de forma muy simplificada, vendrían reflejadas en una "limitación de los poderes del Estado y lo arbitrario de la administración, con el fin de dejar a la iniciativa individual y a la esfera privada el más amplio campo posible" (Aron).

   Como vemos, sería una especie de vuelta al pensamiento liberal doctrinario o conservador, pero en una época y contexto totalmente diferente. Pero resulta importante matizar lo siguiente: En los años 40, para Hayek, socialismo significaba "la nacionalización de los medios de producción y la planificación económica centralizada, mientras que en los sesenta y los setenta socialismo ha llegado a significar fundamentalmente una profunda redistribución de las rentas a través de los impuestos y de las instituciones del Estado benéfico".

   Curiosamente, los actuales neoliberales se quedan de forma interesada con la definición proporcionada por Hayek en los 40, si bien utilizan como sinónimo "comunismo" para no molestar en exceso al PSOE, cuyo giro a la derecha resulta patente (socioliberalismo).
   La política desarrollada por la izquierda en el gobierno ha adoptado plenamente el discurso neoliberal: "Ha defendido el individualismo y la economía de casino: aquella que propicia ganar el mayor dinero posible en el menor tiempo. Ha puesto como único objetivo de la política económica el combate contra la inflación a costa del paro y el abandono industrial."
(VerRedondoEl sindicalismo de clase en el movimiento obrero).

   A partir de  1973, con la crisis del petróleo, todo va a cambiar, "los liberales de la Guerra Fría sufrieron las consecuencias del fin del monopolio intelectual y político que habían ejercido los reformistas del New Deal y sus homólogos europeos desde la década de 1930 a la de 1960" 
   "La mayoría de los liberales de la Guerra Fría nunca habían reflexionado en realidad sobre el keynesianismo: como base de la política económica, era algo que les había venido dado.  De modo que cuando estas y otras premisas fueron puestas en cuestión por una nueva generación de intelectuales conservadores, los liberales no pudieron ofrecer una respuesta muy satisfactoria"(Judt, Pensar el siglo XX).

   Dadas estas premisas, en 1979-80 llegan al poder en Reino Unido y USA, Margaret Thatcher y Ronald Reagan, respectivamente. Ambos van a encarnar el ideal neoliberal conservador que se ha impuesto hasta nuestros días y si cabe, con la crisis de 2008, sigue reforzándose.
  (El gran intelectual, Elías Díaz, incluiría en el grupo a Carol Wojtyla, definiendo a los seguidores de la fusión de los tres líderes, como teocones.)

   El gran mérito de los neoliberales ha sido saber desplazar hacia la derecha el discurso político-económico. La crisis del 73 es una muestra de que las políticas keynesianas no dan respuesta a un escenario con inflación y desempleo, y además, dicen, la intervención estatal ha sido responsable de la crisis y sus ineficiencias.
   La solución va a venir, desde un punto de vista economicista, a partir del espíritu de los economistas liberales clásicos, abanderados por el gran Adam Smith. Rescatar el ideal de la "mano invisible", el individualismo, la propiedad privada y la reducción a mínimos del Estado, se convierte de nuevo, en una vieja idea, adaptada a los intereses de los nuevos neoliberales.

   En este punto comentaré que interesadamente, a los neoliberales, por razones obvias, no les interesa la parte más ética de la filosofía de Smith, plasmada en la teoría de los sentimientos morales (Ver El sentido social de Adam Smith, F.Lechago, El País).
De hecho, el planteamiento económico de los liberales clásicos, es en términos del clases sociales, hecho que los neoliberales vuelven a obviar interesadamente.
   La otra gran corriente inspiradora del espíritu neoliberal, va a ser sin duda, la escuela austríaca de economía, de la que Hayek es el máximo representante.

   Con todos estos mimbres, con una izquierda en decadencia, que no ha sabido dar respuesta al impulso neoliberal, nos situamos en los tiempos actuales, de tecnología, globalización, terrorismo y crisis económica y de valores.

   La austeridad salvaje como remedio para salir de la crisis, se ha convertido en otra arma al servicio de los intereses privatizadores neoliberales. La economía de casino, como ya la nombró Nicolás Redondo, ha sido moneda habitual en una economía financiarizada, donde sólo interesa crear valor para el accionista, aún a costa de valores ficticios inflados, una deuda estratosférica impagable y un coste de la crisis cargado por las clases medias-bajas, que se ha empobrecido de forma muy superior a cualquier otra clase social y donde un número infinitesimal de ricos, se han hecho mucho más ricos, adueñándose de la mayoría de la riqueza del planeta.

   El neoliberalismo llegó para quedarse, hace casi 40 años: 
"La larga noche neoliberal lo invade todo."

  (Siguiendo a García Santesmases):"La cuestión, sin embargo, no es designar el problema sino ofrecer una posible salida y aquí es donde se nota el «éxito» del neoliberalismo y la parálisis de la izquierda. El neoliberalismo se mueve siempre en una lógica doble. Si por socialismo se entiende racionalización de los medios de producción y planificación centralizada, esa respuesta ha sido descartada por sus resultados históricos."
  "Si por el contrario se entiende fuerte imposición fiscal y medidas redistributivas, esa política tiene un límite en la medida en que una presión fiscal muy alta provoca la desafección de las clases medias y de la "mayoría satisfecha"(Término empleado por Galbraith para el grupo social formado por empresarios medios, emprendedores, funcionarios y pensionistas acomodados, profesionales de clase media, etc.) 

 ¿Y cuál es el papel o la respuesta de la socialdemocracia para contrarrestarlo?

  "Sólo si es capaz de volver a alcanzar mayorías electorales progresistas podrá tener alguna posibilidad de recomponer la situación"(García Santesmases)
Dichas mayorías progresistas sólo se podrán conseguir, si se es capaz de "seducir" a la "mayoría satisfecha". (Tarea nada fácil)
  Alcanzada esa mayoría hay que hacer una política distinta a la neoliberal y eso no es posible en un solo país, dada la globalización económica. (Pensemos en la experiencia griega). 
No lograrlo, hará de nuevo difícil compatibilizar las exigencias del capitalismo con los principios democráticos y con lo que puede ser peor, con una vida digna.
Malos tiempos para la izquierda.